Social Icons

twitterfacebookgoogle pluslinkedinrss feedemail

29 de octubre de 2015

Satisfacción de los estudiantes españoles con su educación


Después de realizar la investigación a un público masculino y femenino de entre 21 y 26 años que cursa diversas materias vinculadas a ingenierías, finanzas y otras carreras de ciencias y letras, hemos obtenido algunas conclusiones comunes.



El primer detalle que podemos subrayar de nuestra investigación reside en que casi el 60% de  los encuestados cursaron su educación primaria en centros públicos. El 29% lo hicieron en colegios concertados y el porcentaje restante cursó en centros privados. En el caso de la Educación Secundaria Obligatoria, los datos obtenidos son muy similares. Es importante evaluar estas cantidades porque a posteriori pueden ser la primera respuesta a algunas de las conclusiones finales que extraigamos en este ejercicio.
















Respecto a la especialización en Bachillerato, la mayoría de los encuestados –un 61%- tomó el camino de Ciencias Sociales y Humanidades, algo lógico teniendo en cuenta que también ha sido nuestra vía y que nos hemos apoyado en los más cercanos para llevar a cabo la investigación. El porcentaje restante le corresponde a los especializados en Ciencias y Tecnología aunque, eso sí, hay que reservar un 1% para aquellos que se dejaron llevar por los derroteros de las Artes.



Donde sí coinciden la mayoría de nuestros encuestados es en la satisfacción y la utilidad de la educación recibida. En ambos apartados, las muestras han sido generosas y los han calificado con notas muy similares: en torno al 7,5 en el primer caso y superando ligeramente esta cifra en ese segundo término referido a la utilidad. El 94% de los investigados han accedido a la universidad a partir de Bachillerato, mientras que solamente un 6% lo hizo tomando como trampolín un Ciclo Superior.















Por último, otro punto donde coinciden los encuestados es en los puntos débiles y los aspectos que podría mejorar la universidad. La mayoría de ellos se quejan de que apenas pueden poner sus conocimientos en práctica y que hay exceso de nociones teóricas que a posteriori quedan en evidencia por su escasa o directamente nula utilidad. Además de ello, algunos encuestados han señalado la falta de capacidad de algunos profesores y  el exceso del coste que supone recibir educación de calidad: estudiar sale caro.

22 de octubre de 2015

Dopaje: La trampa en el deporte


Lance Armstrong. Es sin ninguna duda lo primero que se me viene a la cabeza cuando escucho la palabra dopaje y me proponen escribir unas líneas sobre ello. Ídolo de masas que negó haberse dopado durante muchos años y que, hasta hace bien poco, seguía engañando a sus fans con la cantinela de que él nunca había tomado sustancias prohibidas. No hay palabras que me duelan más pronunciar que estas; desde bien pequeñito soñaba con ser algún día como él. Un  tipo que había cautivado a medio mundo ganando siete tours de Francia consecutivos (nadie lo había hecho nunca antes en la historia del ciclismo) después de haber pasado una enfermedad muy dura como la de cáncer de testículos. Y si él – mi ídolo- lo hizo, ¿por qué me debo de fiar de otros deportistas?


En esta interrogante quiero basar precisamente este artículo: el dopaje en el deporte.
Quiero comenzar mi exposición planteando otra cuestión, ¿se realizan el mismo porcentaje de controles antidoping en todos los deportes? La respuesta es un rotundo no. Y una vez sabido esto es conveniente preguntarse el por qué. Según el Anuario de Estadísticas Deportivas de 2015 vemos como la diferencia en los controles realizados entre distintos deportes pueden oscilar en grandes cantidades. Entre las disciplinas más controladas se encuentran la halterofilia, el boxeo, el piragüismo o el propio ciclismo, entre otros. ¿Observan algún denominador común? Son deportes que exigen demasiado en el aspecto físico y, por tanto, siempre estará la sospecha detrás de ellos. Bien es cierto, debo mencionarlo, que a lo largo de la historia ha habido grandes tramas de dopajes relacionadas con estas disciplinas pero, sinceramente, no creo que por ello se deba perseguir más que a cualquier otro deporte.

Por otro lado, también llama la atención, como los deportes “mayoritarios” por así decirlo, ya sea el fútbol, baloncesto o tenis, poseen las cifras más bajas – porcentualmente – de controles antidoping. Esta precisamente es una de las quejas de los deportistas mencionados en el anterior apartado: ellos consideran que existe una persecución hacia ellos ya que es lo fácil, ir a por el pequeño. Mientras que a grandes estrellas de deportes punteros no se atreven a tocarles debido a la repercusión mediática que supondría.


Es un debate que serviría para rellenar líneas y más líneas de periódicos – que ya lo hace – pero en esta breve exposición sólo quería dejar clara mi postura. Soy de los que piensa que ha habido, hay y habrá toda la vida dopaje en el deporte, la razón es muy sencilla: es una trampa/triquiñuela más. El objetivo de todo deportista es ganar, ser el mejor. Algunos, los que son admirados por el gran público, lo hacen a base de esfuerzo y sacrificio. Otros, como Armstrong, lo hacen por la vía rápida: la trampa.

Para los que amamos el deporte es importante reseñar que, gracias a las medidas que se están imponiendo, sobre todo desde los años 90 hasta ahora, el dopaje se ha ido reduciendo de forma clara. Nos encontramos con un deporte mucho más limpio, alejado de anabolizantes y narcóticos. Esperemos que la tendencia, así lo presiento, siga en la misma dirección y podamos decir que nos encontramos en la mejor época del deporte en su historia. Y. cómo no, la vivamos juntos.
 
Blogger Templates