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22 de octubre de 2015

Dopaje: La trampa en el deporte


Lance Armstrong. Es sin ninguna duda lo primero que se me viene a la cabeza cuando escucho la palabra dopaje y me proponen escribir unas líneas sobre ello. Ídolo de masas que negó haberse dopado durante muchos años y que, hasta hace bien poco, seguía engañando a sus fans con la cantinela de que él nunca había tomado sustancias prohibidas. No hay palabras que me duelan más pronunciar que estas; desde bien pequeñito soñaba con ser algún día como él. Un  tipo que había cautivado a medio mundo ganando siete tours de Francia consecutivos (nadie lo había hecho nunca antes en la historia del ciclismo) después de haber pasado una enfermedad muy dura como la de cáncer de testículos. Y si él – mi ídolo- lo hizo, ¿por qué me debo de fiar de otros deportistas?


En esta interrogante quiero basar precisamente este artículo: el dopaje en el deporte.
Quiero comenzar mi exposición planteando otra cuestión, ¿se realizan el mismo porcentaje de controles antidoping en todos los deportes? La respuesta es un rotundo no. Y una vez sabido esto es conveniente preguntarse el por qué. Según el Anuario de Estadísticas Deportivas de 2015 vemos como la diferencia en los controles realizados entre distintos deportes pueden oscilar en grandes cantidades. Entre las disciplinas más controladas se encuentran la halterofilia, el boxeo, el piragüismo o el propio ciclismo, entre otros. ¿Observan algún denominador común? Son deportes que exigen demasiado en el aspecto físico y, por tanto, siempre estará la sospecha detrás de ellos. Bien es cierto, debo mencionarlo, que a lo largo de la historia ha habido grandes tramas de dopajes relacionadas con estas disciplinas pero, sinceramente, no creo que por ello se deba perseguir más que a cualquier otro deporte.

Por otro lado, también llama la atención, como los deportes “mayoritarios” por así decirlo, ya sea el fútbol, baloncesto o tenis, poseen las cifras más bajas – porcentualmente – de controles antidoping. Esta precisamente es una de las quejas de los deportistas mencionados en el anterior apartado: ellos consideran que existe una persecución hacia ellos ya que es lo fácil, ir a por el pequeño. Mientras que a grandes estrellas de deportes punteros no se atreven a tocarles debido a la repercusión mediática que supondría.


Es un debate que serviría para rellenar líneas y más líneas de periódicos – que ya lo hace – pero en esta breve exposición sólo quería dejar clara mi postura. Soy de los que piensa que ha habido, hay y habrá toda la vida dopaje en el deporte, la razón es muy sencilla: es una trampa/triquiñuela más. El objetivo de todo deportista es ganar, ser el mejor. Algunos, los que son admirados por el gran público, lo hacen a base de esfuerzo y sacrificio. Otros, como Armstrong, lo hacen por la vía rápida: la trampa.

Para los que amamos el deporte es importante reseñar que, gracias a las medidas que se están imponiendo, sobre todo desde los años 90 hasta ahora, el dopaje se ha ido reduciendo de forma clara. Nos encontramos con un deporte mucho más limpio, alejado de anabolizantes y narcóticos. Esperemos que la tendencia, así lo presiento, siga en la misma dirección y podamos decir que nos encontramos en la mejor época del deporte en su historia. Y. cómo no, la vivamos juntos.

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